Fray Francisco del Castillo, apodado "el Ciego de la Merced", vivió en Lima entre 1716 y 1770. Personaje de biografía legendaria fundamentada en su ceguera, rara inteligencia, dotes como repentistá y como escritor "de pensado", a ella contribuyó Ricardo Palma en sus célebres tradiciones, al igual que sucedió con otras figuras de la Lima virreinal.
La mayor parte de los datos históricos que conocemos de él son los que aportó Guillermo Lohmann Villena en El arte dramático en Lima durante el virreinato.
Castillo dejó escrita una obra abundante. De él se conservan cinco piezas dramáticas extensas y siete breves y más de un centener de composiciones líricas, amén de otros tantos poenias que se le atribuyen, muchos de los cuales permanecen inéditos.
Tuvo como mecenas a José Perfecto de Salas, asesor del virrey Amat en Perú, quien al parecer dispuso las obras del Ciego para su edición, que no se llevó a cabo entonces por diversas dificultades.
En Castillo no sólo sobresale el número de sus obras, sino también su calidad, que permiten considerarlo uno de los mejores escritores virreinales hispanoamericanos.
Como poeta lírico Castillo puede ser calificado de rococó. Es un poeta que gusta de lo menudo, del juego, de la galantería; se complace en mencionar objetos ornamentales y elude, en general, temas profundos. Su lenguaje es más sencillo que el del pleno barroco y el despliegue de ingenio va acompañado de humor.
Fuente Concepción Reverté
.... pues fray Francisco del Castillo Andraca y Tamayo fue versificador repentista y consuetudinario, burlón e irreverente, insigne jaranero y ábil
tocador de vihuela, guitarra y órgano. El de la iglesia, por lo menos,
según sus biógrafos. Todo Lima le llamaba "El Ciego de la Merced", por
ser invidente y mercedario, faltaba más.
Tal vez nació en Piura en 1714 y murió en Lima en diciembre de 1770, según Ricardo Palma; aunque Mendiburu sostiene que abandonó este valle de picardías en 1787. Hijo del corregidor español don Luis del Castillo Andraca y
de Jordana Tamayo de Sosa, limeña de nacimiento, el Ciego de la Merced
parece que no lo fue nunca del todo, pero sí es cierto que desde muy
niño su cortedad de vista le obligó a aguzar de manera notable el oído
y la memoria, los que luego le darían enorme fama.... sigue
Fuente Angel Moyano |