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Eleodoro Vargas Vicuña, (La Esperanza, Cerro de Pasco, 1924 - Lima, 1998) es uno de los narradores más notables de la promoción literaria aparecida en los años cincuenta.
Escritor singularísimo por su parquedad narrativa, pese al profundo conocimiento que tenía del campesino indígena. Nadie como él para sintetizar motivos y exaltaciones emotivas, pero al mismo tiempo cauto, sobrio, a ratos indeciso, otras desbocado. Se le ha llamado con justicia “el poeta del cuento”.
Empezó con sus brevísimos textos entre 1950 y 1951, pero su timidez y su ansia de perfección lo llevaron a publicar solamente Nahuin, en 1953, libro que significó una clarinada para toda su generación, pues su ejemplo desencadenaría los libros de Congrains, Salazar Bondy, Zavaleta y Ribeyro. Debido a esa fecha, 1953, en que asimismo Juan Rulfo publicó su primer libro en México, el cual tardó unos meses en llegar a Lima, cualquier influencia de Rulfo sobre Vargas Vicuña sólo puede estudiarse hacia adelante, no hacia atrás.
Cuentos suyos como “Taita Cristo” ofrecieron precisamente una vena propia, local y al mismo tiempo universal. Su economía verbal y su precisión de adjetivos iban parejas con su sensibilidad exquisita y su bonhomía.
Zavaleta sostiene que hay una coincidencia de los miembros de origen rural de la generación del 50 (Meneses, Vargas Vicuña, Sueldo Guevara, Zavaleta, Carrasco) con Rulfo, debido a la similitud del ambiente rural. La niñez de estos escritores transcurrió en aldeas pequeñas, semejantes a las de las sierras mexicanas, pobres, olvidadas y miserables, pues la reacción conjunta y general explica la coincidencia en ambientes, en estados de ánimo, en la apatía y la fatalidad, visibles asimismo en Vargas Vicuña y en los otros citados.
Inscrito por los estudiosos de la literatura en la "generación del cincuenta", Vargas Vicuña fue animoso y hasta espectacular animador de la vida cultural del país. Primero en Arequipa, cuando en esa ciudad vivió como estudiante de la universidad San Agustín en los últimos años de la década del cuarenta. Y luego en Lima. Contertulio de una zona de heroica bohemia que en la historia de la literatura peruana forma parte casi consubstancial con las obras que se produjeron por los años cuando los bares del centro de Lima (el Palermo, el Zela) eran virtuales ágoras. |