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"el Perú guarda nostalgias de Corte, sabe historias del pasado, tiene la gracia de contar y en sus cuentos hay sangre, sensualidad y humor jocundo" (Diez Canedo)
Literatura colonial introducción

En el espacio de la literatura colonial debemos tener en cuenta que nos enfrentamos a un contexto claramente dividido en dos grupos: el colonizador y el colonizado. Este esquema se puede simplificar en la personificación del conquistador español y el poblador indígena.

Rolena Adorno en su artículo “El sujeto colonial y la construcción cultural de la alteridad”, plantea que el discurso colonial hispanoamericano presenta un problema de alteridad, pues se trata de un discurso construido tanto por el sujeto colonial colonizador como por el sujeto colonial colonizado. Es a través de esta alteridad que ambos podrán fijar las fronteras de su identidad.

Tanto los españoles que llegarán al Nuevo Mundo como los pobladores americanos describirán en sus discursos al “otro”, siguiendo sus propios parámetros de concepción del mundo.

Los primeros textos coloniales, las crónicas, serán el espacio en el que se desarrollarán las batallas ideológicas iniciales. Se buscará justificar la presencia española en América barbarizando al indígena. Luego, se presentará una respuesta a estas afirmaciones representando a la población americana dentro de un discurso caballeresco y cuestionando la legítima presencia de España en América.

Pizarro
José Carlos Mariátegui
Nuestra literatura no cesa de ser española en la fecha de la fundación de la República. Sigue siéndolo por muchos años, ya en uno, ya en otro trasnochado eco del clasicismo o del romanticismo de la metrópoli. En todo caso, si no española, hay que llamarla por luengos años, literatura colonial.

Por el carácter de excepción de la literatura peruana, su estudio no se acomoda a los usados esquemas de clasicismo, romanticismo y modernismo, de antiguo, medioeval y moderno, de poesía popular y literaria, etc. (...)

Una teoría moderna -literaria, no sociológica- sobre el proceso normal de la literatura de un pueblo distingue en él tres períodos: un período colonial, un período cosmopolita, un período nacional. Durante el primer período un pueblo, literariamente, no es sino una colonia, una dependencia de otro. Durante el segundo período, asimila simultáneamente elementos de diversas literaturas extranjeras. En el tercero, alcanzan una expresión bien modulada su propia personalidad y su propio sentimiento. No prevé más esta teoría de la literatura. Pero no nos hace falta, por el momento, un sistema más amplio.
Literatura colonial historia

La literatura virreinal hace honor a su nombre debido a que el denominativo peruano fue el de Reinos y Provincias del Perú - cuya extensión cubría toda Sudamérica, con la excepción de Caracas (pertenecía a Nueva España, México) y la mitad del Brasil actual (dominio de Portugal)- capital Lima o Ciudad de los Reyes, gobernado por virreyes (desde 1542 hasta 1821) y la impronta del mestizaje indo-hispano que dio a lugar a nuevos sujetos sociales: los criollos, los mestizos y los indios.

Y, además, a la fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos de Lima el 12 de mayo de 1551 por Real Provisión de Carlos I de España y V de Alemania (la primera en América y con funcionamiento permanente hasta nuestros días) y la instalación en Lima de la primera imprenta de Sudamérica, la del turinés Antonio Ricardo en 1583, instituciones que impulsaron el temprano desarrollo intelectual de los peruanos.

Es indispensable señalar, que el virreinato de Nueva Granada (Colombia, Venezuela, Ecuador) se instaló en 1740, y el virreinato del Río de la Plata (Argentina, Paraguay, Uruguay y parte de Bolivia) lo fue en 1776. En suma, se podría decir que el virreinato de Nueva Granada duró 70 años, el del Río de la Plata, 33 años y el del Perú, 300 años.

Siglo XVI:

Entre los escritores más destacados, podemos mencionar a los poetas Diego de Hojeda (1571-1615, autor de la Cristiada, -1611-, primer poema épico - místico escrito en América, en octavas, poeta sevillano, ordenado sacerdote en el Perú en 1591), Clarinda (seudónimo de la autora o autor del Discurso en loor de poesía, poema en tercetos, que apareció en el Parnaso Antártico- 1608- de Diego Mejía de Fernangil), Amarilis (seudónimo de la autora o autor de la Epístola a Belardo, escrita en silva, dirigida a Lope de Vega y que éste reprodujo en La filomena- 1621- ), Juan del Valle y Caviedes (1652 o 1654-después de 1696, autor del Diente del parnaso- 1689- poeta satírico y costumbrista) y el estudioso y dramaturgo Juan de Espinoza Medrano llamado "El Lunarejo" -hacia 1629-1688, autor de piezas dramáticas religiosas, sermones y del Apologético en favor de D. Luís de Góngora, príncipe de los poetas líricos de España- 1662- y La Novena maravilla...-1695-, Diego Mejía de Fernangil ¿?- hacia 1617, es autor de la primera parte del Parnaso Antártico , 1608, la segunda parte no llegó a publicarse, el P. Bernabé Cobo S.J., 1580-1657, escribió la crónica Historia del nuevo mundo, en 4 volúmenes, 1890-1893, y la Historia de la fundación de Lima, 1882, el Conde de la Granja, Luis Antonio Oviedo y Rueda, 1636-1717, poeta y autor teatral, miembro de la Academia Literaria fundada por el Virrey Castell dos Rius, autor de La vida de Santa Rosa..., 1711 y Poema sacro de la pasión..., 1717.

Asimismo en esta época vivió el cronista indio Felipe Huamán Poma de Ayala, autor de La Nueva crónica del Perú y buen gobierno (1616), el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), [[historiador, mestizo célebre por ser autor de los Comentarios reales de los Incas, 1609, en que ofrece una perspectiva de la época del imperio incaico, basado en las tradiciones que recibió de sus antepasados nobles cuzqueños, La historia general del Perú (segunda parte de los Comentarios Reales) 1617 y La Florida del Inca 1605, además tradujo del italiano los Diálogos de amor de León Hebreo 1590, y Pedro Cieza de León (1520 o 1522-¿?) cronista, autor de Primera parte de la Crónica del Perú 1553, El señorío de los Incas segunda parte de la Crónica del Perú, 1880, Descubrimiento y conquista tercera parte y Las guerras civiles del Perú, cuarta parte.

Siglo XVII.-

A fines del Siglo XVII encontramos la actividad literaria de Lorenzo de las Llamosas (c.1665-c.1705) quien después de unos pocos años de permanencia en el Virreinato del Perú viaja a España donde desarrolla actividades en la Corte del Rey, como militar y al mismo tiempo como autor de obras de teatro y didácticas.

A caballo entre la segunda mitad del Siglo XVII y la primera del XVIII desarrolla su actividad el limeño José Bermúdez de la Torre y Solier, (1661-1746) poeta, autor del bellísimo poema Telémaco en la isla de Calipso, y jurisconsulto, así como también Rector de la Universidad de San Marcos de Lima.

Siglo XVIII.-

En el Siglo XVIII encontramos al humanista Pedro de Peralta y Barnuevo 1664-1743, con una obra que abarcó diversos campos del saber y siendo autor de tragedias y sainetes que pueden considerarse precursores del costumbrismo), y entre ellas Lima fundada 1732, Lima triunfante 1728, El cielo en el Parnaso y al fraile, dramaturgo y poeta Fray Francisco del Castillo (1716-1770), conocido como "El ciego de La Merced", sin duda el mejor autor teatral de la colonia y entre cuyas obras destacan La conquista del Perú, una de las primeras en ofrecer una perspectiva crítica de la conquista del Perú, Todo el ingenio lo allana, Mitridates, rey del Ponto, el entremés Del justicia y litigantes; este fraile pertenecía a la Orden de la Merced.

Destaca también Alonso Carrió de la Vandera, 1714 o 1716-1783, que bajo el seudónimo de Concolorcorvo, escribió el Lazarillo de ciegos caminantes, libro que durante bastante tiempo fue erróneamente atribuído a Calixto Bustamante Carlos Inca y que trata de un viaje realizado entre Lima y Buenos Aires.

A fines del Siglo XVIII y coincidiendo con el fin del mandato del Virrey don Manuel Amat y Juniet, se representó en las gradas de la catedral de Lima un drama, el Drama de los palanganas: veterano y bisoño que es una crítica despiadada contra el gobierno y la persona de este Virrey, en particular sus amoríos con la Perricholi. El texto ha sido rescatado por el crítico literario don Luis Alberto Sánchez.

Esteban de Terralla y Landa, usó también el seudónimo de Simón Ayanque para publicar su libro Lima por dentro y fuera, 1797, fue un poeta satírico. La época colonial concluye con la obra poética del arequipeño Mariano Melgar 1791-1815, en cuyos versos se prefigura el romanticismo y muestra un mestizaje entre la poesía culta y las canciones populares indígenas. Su obra se enmarca más dentro de la época republicana que de la anterior, y consta de Carta a Silvia 1827 y Poesías 1878.

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Novedades en el estudio actual de la cronística peruana: Las Casas, Guaman Poma y el padre Oliva

Rolena Adorno
Guaman Poma

 

(...)
Las novedades interrogan frontalmente las tradiciones, es decir, nuestros modos de interpretación del pasado, sin poder tocar, por supuesto, el pasado mismo. Por eso esta tarde tomo la posición de que la historia está con los muertos y la tradición está con nosotros. Las Casas, Guaman Poma y el padre Oliva descansan eternamente con sus secretos; somos nosotros los insomnes que seguimos dando vueltas a sus ideas. Así es que quiero recalcar la actualidad del interés en las crónicas; son asunto nuestro porque nuestra es la tarea de dar forma a impulsos interpretativos que señalamos con los nombres de literatura e historia intelectual.

Tres son los nombres que quiero evocar esta tarde, pero no como individuos históricos sino colectivamente como fenómeno de su época. Como personas históricas su peruanidad no se produce de modo igual. Uno nació, vivió y murió en el Perú (Guaman Poma). Otro, italiano de nacimiento e ingresado al noviciado jesuita de su ciudad natal de Nápoles, pasó al Perú a los veinte y pico años en 1597 y hasta su muerte en 1642 residió en las misiones jesuíticas de Juli y en los colegios de Chuquisaca, Potosí, Arequipa y Callao (Giovanni Anello Oliva) (Porras Barrenechea [1962] 1986: 499). El tercero (Fray Bartolomé de las Casas) jamás pisó el suelo peruano pero es sobre él o, mejor dicho, sobre sus ideas acerca del Perú que más se ha escrito. Hay que llamar lo que comentamos no "Las Casas" sino el "lascasismo", y en la medida en que este fenómeno toque a los otros córpuses textuales&emdash;el lascasismo es a primera vista uno de los hilos que los une&emdash;hablemos en esta ocasión de lo reunido bajo aquellos nombres como un fenómeno abarcador, como materia para interpretar.

Debo decir que es gracias a la publicación de una serie de recientes aseveraciones insólitas que se ha tenido que volver a la tradición consagrada sobre las crónicas tardías del Perú (ver Laurencich Minelli, Miccinelli y Animato [1995] 1996; Laurencich 1998, y las respuestas de Estenssoro 1996, 1997; Bustamante García 1997; Albó 1998; Adorno 1998). Primero, para tomar en cuenta lo que sabemos de determinados córpuses textuales y evaluar las fuentes de información y documentación a través de las cuales lo sabemos y, segundo, para editar y conocer mejor otros córpuses demasiado poco conocidos. Y lo hemos hecho; resumamos aquí las conclusiones de nuestras indagaciones. Pero, primero, la pregunta: ¿por qué es tan vulnerable la tradición de interpretación de las crónicas que hasta ahora se han ido elaborando sobre el ritmo pausado del avance de las investigaciones (y no sobre las bases de la pura arbitrariedad)?

Creo que la respuesta se encuentra, no exclusivamente pero en gran medida, en el hecho de que hemos creído demasiado en la integridad de la persona que se presenta como el autor y en quien hemos invertido demasiada fe. Ha sido un impulso muy ingenuo pero se debe, con cierta lógica, al hecho de que le demos al cronista cierta credibilidad en cuanto al valor referencial del mundo que representa en sus escritos. Pero no es que hayamos tomado a los que ahora llamamos cronistas (los que lo eran y a los que hemos bautizado como tales) como personas fidedignas porque presumían representar con una fidelidad perfecta las experiencias que vivían. Al contrario, los vemos también como polemistas, como combatientes en guerras políticas e ideológicas cuyas estratagemas hemos podido analizar y apreciar dentro del marco de metas mayores y sin la necesidad de compartir, por nuestra parte, los valores expuestos (como la supuesta legitimidad de la guerra contra los indios, por ejemplo).

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Biblioteca digital
Cuando el investigador Daniel Reedy editó la obra completa de Juan del Valle y Caviedes (1652-1697) para la Biblioteca Ayacucho de Caracas, no quedó duda alguna de que este poeta de origen andaluz pero criado en Perú era un clásico de la poesía latinoamericana.

Los privilegios del pobre

El pobre es tonto, si calla;
y si habla es un majadero;
si sabe, es un hablador;
y si afable, es embustero;
si es cortés, entrometido;
cuando no sufre, soberbio;
cobarde, cuando es humilde;
y loco, cuando es resuelto;
si valiente, es temerario;
presumido, si es discreto;
adulador, si obedece;
y si se excusa, grosero;
si pretende, es atrevido;
si merece, es sin aprecio;
su nobleza es nada vista,
y su gala, sin aseo;
si trabaja, es codicioso,
y por el contrario extremo
un perdido, si descansa…
¡Miren si son privilegios!

El padre Giovanni Anello Oliva, un jesuita italiano, quien recogió testimonios sobre la vida de los Incas al convivir con ellos durante varios años como misionario, escribió en 1631, en su obra "Historia del reino y provincias del Perú, de sus Incas reyes, descubrimiento y conquista por los españoles de la corona de Castilla":

“...la mejor veneración y adoración de los indios es de sus malquis que en los llanos llaman Munaos, que son los huesos de cuerpos enteros de sus progenitores y gentiles, que ellos dicen son hijos de las Huacas que tienen en los campos, en lugares muy apartados en los Machaiz, que son sus sepulturas antiguas y a veces los tienen adornados con camisetas muy costosas o de plumas de diversos colores, o de Cumbi. Tienen estos Malquis, sus particulares sacerdotes y ministros que les ofrecen los mismos sacrificios y hacen las mismas fiestas que a las Huacas y suelen tener con ellos los instrumentos de que ellos usaban en vida, las mugeres, usos y mazorcas de algodón hilado y los hombres las tacilas o lampas con que labraban el campo, o las armas con que peleaban. En estos malquis y Huacas ay su baxilia para darles de comer y beber que son mates y basos; unos de barro otros de madera y algunas veces de plata pero para los Yncas eran siempre dese metal y de oro”. (Transcripción literal del texto original”.

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Arquitectura colonial: El Monasterio de Santa Catalina - Arequipa
 
El monasterio de Santa Catalina es una ciudadela completamente cercada, que tiene callejuelas y plazas, construida en el siglo XVI, en la ciudad de Arequipa (Perú).
Su estilo arquitectónico es fundamentalmente colonial, pero de naturaleza mestiza.
A diferencia de otros restos virreynales de esta parte de América Latina, en Arequipa y especialmente en Santa Catalina, se observa la fusión de elementos españoles y nativos.


Para saber más
EL colonialismo supérstite
por José Carlos Mariátegui
El teatro colonial andino
por Marcel Velázquez Castro UNSM
 
 
 
 
 
 
     
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