Villa El Salvador, Lima - Perú
 
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Elecciones en Perú: como viven y piensan las clases empobrecidas de la capital peruana

Angela Soria empuja su carrito por la avenida Revolución, en la esquina con César Vallejo. El polvo marrón grisáceo que se desprende de los cerros cercanos se le impregna en los pies, apenas cubiertos por sandalias de plástico. Un olor a pescado frito y a arroz hirviendo flota en el aire y se mezcla con la bruma pesada que viene del Pacífico. Angela vende golosinas y su carro —parecido al de los viejos heladeros de plaza— se sacude por los pozos de la avenida, pero ella no pierde la calma.

Poco es lo que gana en las calles de Villa El Salvador, un "Pueblo Joven" —como llaman aquí a los asentamientos levantados con el tesón de los migrantes del campo entre los '60 y los '70—, desparramado entre el mar y los cerros, 25 kilómetros al sur de Lima. Angela es una de ellos. Sus padres llegaron desde la sierra de Ayacucho cuando ella apenas tenía 5 años, hace ya treinta. "Con esto apenas saco para la comida. Tengo marido y dos hijos, que colabora con platita, pero somos pobres... Es así", dice a Clarín , mientras camina, cansada, y la campanita que cuelga a un costado anuncia su paso.

Es difícil imaginar a Angela Soria votando a la derechista Lourdes Flores (calificada como "la candidata de los ricos") en la primera vuelta de abril pasado. Pudo haber votado al APRA de Alan García, que tiene gran raigambre popular. Pero no. Ella le puso su voto al líder nacionalista Ollanta Humala y hará lo mismo en el ballottage del domingo.

Sus palabras tienen la lógica irrefutable de aquellos que no han tenido nada , no tienen nada y aspiran, apenas, a tener algo. "Mire, señor, Ollanta nos defiende y se acuerda de los pobres y dice que con él tendremos más trabajo y menos pobreza. ¿Qué perdemos nosotros, pues?, dice, siempre mirando al piso.

Villa El Salvador es símbolo del esfuerzo de sus pobladores por dejar atrás las chozas de paja por estas casas de material, algunas con colores vivos y a medio terminar, que expresan deseos de superación. Villa El Salvador es, también, recuerdos de la muerte, de los delirios de la organización guerrillera Sendero Luminoso, que se ensañó —en los 80— con sus organizaciones sociales y dirigentes populares, que se negaron a caer en sus garras: el crimen de María Elena Moyano, conocida como "Madre Coraje" por su lucha por organizar a las mujeres, en 1992, fue el pico más alto de la violencia senderista.

Unas 400.000 almas se desparraman por estas calles pobres pero prolijas . Por allí, cerca de la misma esquina de Vallejo —el gran poeta peruano— y Revolución, Benito se gana sus monedas con la fuerza de la imaginación: varios baldes con agua se amontonan a su lado y una pila de ramas de ruda descansan sobre la calle. En esa esquina pasan la mayoría de los micros que van y vienen a Lima. Benito encontró allí su "trabajo": bendice cada micro, mojando una ramillete de ruda en agua y salpicando las ruedas y la chapa carcomida por la sal . "Es para que tengan un buen día de trabajo", cuenta Benito. "A cambio, me dejan una monedas. Algo es algo", dice (fotos).

Benito tiene tantas arrugas como años. "Yo soy del APRA de toda la vida", dice mientras no deja ni un segundo de "bendecir", en medio de la humareda contaminante. "Aquí somos muchos, pero también hay muchos humalistas", explica. Villa El Salvador recuerda también los años en que el presidente Alberto Fujimori —en su afán por copar o neutralizar las organizaciones populares— pavimentaba, llevaba el agua o levantaba plazas y escuelas de dudosa calidad. Las obras "que se ven" —como prometió Humala en un acto que realizó aquí— suman votos.

Villa El Salvador no es cualquier asentamiento. Es el que tiene más alto índice de delitos de toda Lima , el 50% de su población tiene necesidades básicas insatisfechas, y el 70% es pobre o muy pobre. El resto, es de un nivel socioeconómico medio o medio bajo, dedicados básicamente al comercio o a pequeñas industrias familiares, como textiles o carpinterías.

Estas calles no sólo han sido "bendecidas" por Benito. Por aquí pasó en 1985 el Papa Juan Pablo II, quien ofreció una misa para un millón de personas. También caminaron por estas calles el comandante de la revolución sandinista Tomás Borge en 1986, el rey de España, Juan Carlos, en 2001, y un barbudo Lula da Silva, como candidato a presidente en 1989, antes de ser derrotado por Collor de Melo (fotos).

La Plaza de la Solidaridad era el centro de reunión de la comunidad. Allí se organizaban actos políticos y asambleas populares. El año pasado, la modernidad mal entendida se llevó para siempre la plaza, para construir allí la nueva casa Municipal, sede del gobierno local (fotos). No ocurrió y el predio es hoy un solar abandonado regado de escombros, en donde reina el silencio. Un silencio penetrante y frío como el que se siente en los dos cementerios, uno municipal y el otro informal, en donde abundan las tumbas de niños, con sus fotos decoloradas, escarpines de bebés colgados en las cruces de madera, clavadas en la tierra reseca (fotos).

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por

Pablo Biffi
"El Clarin"
Argentina
2006
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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